Sigue enamorada de su boca, de su respiración,
a menudo lee sus cartas, para refrescar instantes
para abrigarse con el recuerdo, soñar con lo imposible.
Sigue enamorada de su reflejo, de su hilo de luz,
de su vestido y sus vientos, sus palabras.
Danza en el recuerdo, aletea en la ternura y suavidad
de lo que pudo haber sido y no fue.
Vive ese amor, como un corazón débil que late despacito,
le late en el pecho un amor que acurruca con tiernos cuidados
como a paloma recién caída con alas rotas.